Todo comenzó cuando, en mi casa, como una de tantas veces a causa de la tormenta, se fue la luz. Estuvimos así, a oscuras, durante varias horas, hasta que las bombillas se dignaron de nuevo a lucir. Todo parecía bonito y maravilloso, pero, he aquí una tragedia: el vídeo se había roto. Sí, vale, el vídeo, aquél aparto prehistórico antecesor del dvd. Pero, mira, hacía sus trabajitos. En fin, el caso es que éste simpático electrodoméstico nos díjo adiós. Mi hermano, que es de naturaleza curiosa, se dispuso a abrirlo. Es algo común en él, ya que se dedica a destripar cualquier aparto indefenso que caiga en sus manos. Como de costumbre, lo dejó todo tirado cuando terminó, y, pasando un día por el salón, me encontré con la placa base de dicho vídeo. Me detuve a mitad del trayecto y la contemplé: desde arriba se me asemejaba a una ciudad (quizás un poco futurista). Parecía tener edificios, luces, y hasta carretaras. Aunque claro, todo ésto visto desde arriba.
El caso es que se me ocurrió coger un avión de juguete que no paraba de rondar por casa y colocarlo como si estuviera sobrevolando la supuesta ciudad. Es decir, como si nosotros viéramos todo desde una posición superior. De esta forma, el avión es más grande y la ciudad pequeñita.
Como ya he dicho, no es un objeto que resuelva nada, simplemente le he dado un uso nuevo a dos elementos en apariencia inútiles. Y eso, según creo, también es creativo.
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